viernes, 22 de agosto de 2014

Puente




Cielo apedreado
por el tatuaje de un
               puente solo
colgando entre los hombres
como mordiendo orillas
  con hambres

        paralelas.

Si me detengo.



Si me detengo, es sólo porque no me atrevo a retroceder, ahora.

lunes, 16 de junio de 2014

La noche más noche.





  No te pongo nombre. No sé si estás bautizada por mi reconocimiento o si sos una anónima compañera de soledad, una desconocida que, cualquier día de éstos, saldrá a la calle a estrellarse, igual que yo, contra la transparencia de las claraboyas, esas ventanitas que vomitan luz como si de verdad hubiese claridad afuera. Te escribo esta noche porque no amanece  ¿sabés?   Estalla el cielo sacudiendo las sábanas del aire. El tiempo es un pasillo que da a ninguna parte. Y no amanece. Hay sol en la ventana. Y pájaros. Pájaros que saludan al viento; obleas emplumadas sucediendo apenas un instante en la ventana de sol, ese que está remontado en el cielo sin errores de cálculo. Pero nada. No amanece.
   Algún que otro grillo mastica silencio con su dentellada metálica, saludando al calor que se trepa por las veredas y las paredes rugosas de los árboles. La sombra cae en picada sobre los techos. Sucede el mediodía como un asaltante de relojes. Y nada… No amanece.
 Voy de crepúsculo en crepúsculo, con la sangre detenida en la noche. El ojo crece y tiene la pupila vigilante, mordida entre el párpado y el sueño.

   Estalla el cielo sacudiendo las sábanas del aire. El tiempo es un pasillo que da a ninguna parte. Y no amanece.

domingo, 23 de marzo de 2014

Memoria del golpe.

  
  Hoy es un día de Marzo.
   Hace días de Marzo que parecen Agosto, pero hoy, que la efeméride del miedo y la tristeza, el asfalto del aire ni siquiera respira, y el sol, encapuchado como los asesinos, se quedó conspirando disfrazado de otro.
   Hay días que traen espejos largos donde uno ni siquiera se parece a sí mismo porque, ¿cómo te digo?, entonces, en aquel Marzo negro, yo tenía otra mirada. Veía desde el mundo el bolsillo del hambre y me dolía ser uno entre tantos.
   Hoy miro desde el hambre el bolsillo del mundo, y soy yo misma, ahora, sola en la muchedumbre.
    A veces me parece que crecí para adentro, de miedo conjeturo, de miedo. ¡Y me da tanta pena!. Porque entonces tenía el alma entera corriendo por las plazas. ¡Y éramos tantos sueños apuñalando el hambre, la muerte, la injusticia! ¡Y éramos tantos pájaros acumulando vuelos para acunar al pueblo!.
   ¡Te juro que era hermoso encontrarse en la esquina, con veinte valentías de yapa en los bolsillos, un poema de Gelman, el nombre desnombrado y treinta mil razones para ser inmortales!

   Pero la historia siempre promete otra página; y por eso esta tarde, este día cargado de memoria y presagios, HOY, AHORA, te juro que sacudo las nostalgias del alma y salgo por las calles, a pedir que me abracen.

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