martes, 26 de octubre de 2010

Los Hijos de la Basura

  

   La basura no siempre está embolsada en las esquinas de los barrios o cargada en los carritos de los cartoneros, apilada sin orden en los baldíos o pudriéndose en las quemas de las afueras. La basura anda de traje, saluda a periodistas desde los noticieros, se codea en las altas esferas con basura.
   Basura en los papeles de los juicios comprados; basura en los acuerdos entre puertas cerradas. Sí, basura. Vivimos en la propia basura, sobreviviendo por milagro o asfixiándonos adentro de la impecable bolsita de nylon del sistema, bien atadita para que no entre aire.
   Somos los hijos de la basura: Prolijitos, superficiales, violentos, sanguinarios ,seguimos consumiendo basura porque nos han enseñado bien, porque desde hace muchos años que comemos lo mismo.
  Basura y más basura atragantándonos cada día, cada hora, cada minuto: VIolencia, drogas, injusticia, miseria, pornografía, barras bravas, delincuencia. Basura y más basura.
   De la pila de mugre en la que estamos puestos, alguien, de vez en cuando, retira un pedacito y escribe titulares en todos los diarios, para que nadie olvide nuestra herencia de barro, el pequeño incidente de vernos inmundicia para que nos convenzamos de que todo está perdido.
   Pero, lo que no saben aquellos poderosos que hacen de la basura nuestro alimento diario es que, en la basura, florecen girasoles, y dan la vuelta siempre para mirar el cielo y buscar el calor del sol que los enciende, para parir semillas con un destino propio.
 Y serán girasoles a pesar de la mugre. ¡Y serán girasoles!
 

Ellos y Nosotros


   Sigo Haciendo mentalmente Las Cuentas pecado Salir del Asombro.
   Delante de mí heno Una Hilera de personajes changos en contra, Esperando el turno párrafo Pagar la Mercadería. Puedo ver en SUS caras La Misma angustia Que adivino en la mía.
 - ¿Adonde Vamos a Parar? Escucho Las Voces de Los Que me rodean consultando un Otro de las Naciones Unidas, Propietario de la Misma Ignorancia.
- ¡HACER Algo Que Tienen! Por Esto ¡no va más!
    Me detengo y Trato de entendre. Repito: ¿Adonde Vamos? ¡Tienen Algo Que HACER!  Nosotros y ELLOS. La Sutil Diferencia Que se situa en EL MEDIO exacto de la Identidad; Lo Que DISTANCIA de Los Espectadores de los Protagonistas.
   Una Joven señora Con dos nenes Que se trépano en el carrito discutiendo Viene Con El señor Que la acompaña  empuñando Una Calculadora. Uno de Lo nenes està hundiendo El dedito en la tapita del yogur. - ¡Nene, no rompas la Cosas Que caras estan - le espeta, y Ahí nomás le Coscorrón sacude las Naciones Unidas en la Cabeza (Nosotros).
   Frente a Las Góndolas de las latas, heno dos o el tres señoras en Estado admirativo. Ninguna estira la mano. Ninguna sí va.
   Miró detenidamente SUS changos: fideos, harina Azúcar, polenta ... Veo, miro y adivino: ¡ELLOS!
   Vuelvo a una Mirar Las señoras. Una cara le està diciendo En El Oído un algoritmo La Otra, de Con Disgusto ...: (Nosotros)
   En Una caja Cercana al estilo mía, la Cajera reprende la ONU  señor Que No Respeto la cola. (Nosotros). El señor PIDE disculpas y sí acomoda al final, Detrás de Una chica de pantalones ajustados, y No Hace Falta servicios suspicaz párrafo Darse Cuenta de Que se Siente recompensado Con El Cambio (Nosotros).
   El turno de la caja me Espera. Me aterra El Ruido de la registradora PORQUE LA Escucho masticar, tragar El Precio de mis necesidades, y No Tengo ni idea de la Menor de Lo Que me reclamará la tira de Papel.
   Hijo CINCUENTA Con cientoveintisiete. ¡Ufff! Alcanza mí.
   Con Una Mezcla de Alivio y Decepción, guardo en la bolsa Las Tres o cuatro Cosas Que Compre. Y Pago. (Nosotros)
   Voy Saliendo del supermercado y Siento Tantas ganas de PONER EN Algún Lado La Bronca, de agarrármelas Alguien en contra, de encontrar un algúno de ELLOS por ahi párrafo cantarles cuatro frescas y .... 'entonces' Descubro Que No Sé Bien hijo Quienes ELLOS, Un Lo Mejor Que los cruzo de Todos los Días en la calle o los veo en la TV y no los reconozco; Que No Sé de como encontrarlos ni de como van vestidos. Pero los intuyo en mi bolsa de Compras: En El Paquete de la harina, en El Azucar. ELLOS Entran Disfrazados un Alacena mi. Son los dueños de los mi Hambre.

Cartas que van y que vienen.

  
Siempre van... hace días que el cartero pasa por la puerta y no me mira, no saluda mi inocencia de destinatario con ese pedacito blanco de ventana que casi siempre se disfraza de papel ensobrado.
    ¿Por qué el cartero pasa de largo, digo yo, si en la puerta blindada de mis sueños un portero de frac y de levita espera con la mano enguantada para saludarlo, para decirle gracias.
   ¿Por qué las cartas sólo van, digo yo, si detrás de la almohada tengo cincuenta razones esperando?  Abajo de la alfombra, en el cajón izquierdo de mi mesa de luz, en la última página de la agenda, en el bolsillo del tapado marrón colgado en el ropero esperan cuatrocientas respuestas para esa carta que no llega, para esa esquiva vereda de papel
y de tinta que no se detiene en el umbral de mi casa, que siempre se disfraza  y se acuesta en el buzón de la vecina, esa desconsolada que dice que está  sola y no adivina que alguien, más allá  de su mano, más cerca que ella misma, la recuerda.
   ¿Por qué? Te pregunto por qué a vos, que siempre estás leyendo cartas que van y que vienen, esas blancas miserias, esos pánicos, esos asombros y  corazones  vestidos de papel, igual que las manzanas que vienen del mercado acomodadas en los cajones y envueltas en pañoletas de papel violeta, hasta que alguien las desviste y les revienta el corazón verde de una mordida.
    No me contestás…¿Ves que no me decís nada, que me dejás de nuevo con la pregunta recién estrenadita y no me das el vuelto, igual que los carteros que pasan por   mi casa?    No me contestás igual que ellos, que se callan y ponen cara de no conocerme cuando los corro más allá  de la esquina para preguntarles por qué no me traen ninguna carta, por qué se empeñan en mezquinarme ese pedacito de papel que, yo sé, dice tu nombre y tu apellido; esa página blanca donde  está  escrito tu paradero, porque yo sé que en algún lado existís, en algún tiempo estás esperando la respuesta a esa carta que tal vez no me escribiste nunca pero que me corresponde, porque me lo prometiste en una de esas tardes en que las promesas se podían tocar como manzanas y uno podía desvestirlas y comerles el corazón verde, que estaba escondido detrás de la pañoleta de papel violeta.

Inventario de Ausencias Para Silvia T.


 


   Ahora Que No Estás, El Silencio trepa El Derrotero de la Luz y sí mete en Todos los rincones párrafo Arrancar pelusas; Ahora TIENE EL cartel de El Oeste deshabitado, vacante Como un inquilinato en ruinas, Con Las Perchas desnudas Reclamando, al Menos, la Multiplicacion de mis camisas, Excusas párrafo sanforizadas no Sentir Que estan abandonadas Absolutamente.
   Es Verdad Y Que El espejo EL BOTIQUIN Del Baño estan repartidos Entre millas DISTANCIA y mi mismidad, algoritmos ASI COMO la discrepancia Doméstica y servicios de empresarios sin servicios, aunque A Veces supongo Que sin Resto de tu imagen-algo ASI COMO Una ráfaga Pendiente de Alguna Secuencia Que No Se Pasó en limpio-pasa ELLOS Libros y sí detiene colgada en la hendidura, apenas Instante de la ONU.
   Las Sillas y mesas apenas Las Contraseñas hijo. Al Menos estan Siempre DESDE solas, los Hijos DESDE Que No Nos visitaron Hasta El Amigo Que quedo en Carpeta. No irrumpen, cuerpean la Ausencia de como convidados de piedra. No llevan tu seña ni tampoco la mía. Son apenas silenciosos penitentes de Rastros de Cuerpos Que se Esperan, de manteles inmemoriales COMO CELEBRACIONES.
   Las Ventanas hijo Mías Mías were y Siempre. Ninguna Otra mirada tuvo El coraje de inventarles sin cielo de Otro Continente, ni morder El Intervalo En El Ladrido de perro del vecindario de las Naciones Unidas.  
   Las Ventanas Solo a mi me Han Desamparado. Croquis Calendarios de irrestrictos, Más Ninguna Otra Que Yo Misma consultó en Ellas El oráculo Navegante de la melancolía.
   Jardín Tampoco el, acomodado en El Verde de como mojado Papel de las Naciones Unidas, Recuerda te. No TIENE de vos ni Siquiera El Desorden del trébol, Ni Una Sospecha de jazmines, Ni Una pisada despavorida arrinconada al helecho Que Hayas Olvidado de llevarte Puesta.
    Pero la cama, blanda ESA Pradera, El Territorio algodonoso párrafo arreciar los Cuerpos, Ay, Que No Estás Ahora, TIENE El Oriente Con Marcadas TUS Señas. Cada noche, Cuando El Cansancio me invaden Para Siempre y sumerjo mi Cuerpo de gaviota párrafo volar El Mar horizontal de la vigilia; CUANDO ocupo de Este Oeste, una franja de la ESA Sueño Que Me Toca; CUANDO acostada en Medio de la cama Intento El Equilibrio mágico de la Inocencia párrafo agenciarme Todo El Universo de cobijas, el peso de El Que Quedo Pendiente Levanta Tu Cuerpo Una frontera en El Centro del Lecho y me empuja HACIA mi site, cielo HACIA MEDIO Naciones Unidas, Hacia el occidente de almohada irremediable. 
   Como si siguieras estando ahi, tu Presencia invisible me Sigue robando La Mitad de la ESA comarca de sueños, en dónde son los cantantes Siempre Estuve sola.

El Grillo


    
   Plegado como papel crocante en el rincón del patio, el grillo mastica pedazos de la noche de vidrio, tritura pirámides de escamas que el pez noctambulario escondió en la dársena negra de los álamos. Nadie mejor que él reconoce la pisada de la sombra cuando se acerca, con la capa sobre los hombros de mujer. Sí. De mujer. Sólo una hembra puede parir la escarcha crepuscular y acostarla sobre los pastos con esa ternura de sudor y jadeo.
   Sólo una hembra puede caminar por el borde abismal de la noche sabiendo la distancia entre el fracaso y el sueño, para desmoronarse en el preciso momento en que se derrumba el rocío. Nadie pisa el sendero del día con la misma elegancia, ni elige la pollera para danzar el aire con tanta desnudez entre las piernas; ni nunca podrá nadie nacer para morir entre los dientes del día, con ese talento de suicida. Sólo ella, hembra sin hombre, puede copular la luz hasta vencerla, y traficar alquimias de embustera con los fantasmas.
   El grillo conoce la pisada y el olor, el crujir de su enagua y el aleteo frágil del latido que empieza por los árboles hasta que, lentamente, va cayendo entera como una mancha húmeda sobre todas las cosas; con esa melodía repetida y trágica que el grillo mastica, una y otra vez, escondido en la dársena negra del patio. Allí donde ella desembarca, cada noche, después de hacer añicos la brújula del aire.

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