domingo, 3 de febrero de 2013

Los hijos de la basura





   La basura no siempre está embolsada en las esquinas de los barrios o cargada en los carritos de los cartoneros, apilada sin orden en los baldíos o pudriéndose en las quemas de las afueras. La basura anda de traje, saluda a periodistas desde los noticieros, se codea en las altas esferas con basura.
   Basura en los papeles de los juicios comprados; basura en los acuerdos entre puertas cerradas. Sí, basura. Vivimos en la propia basura, sobreviviendo por milagro o asfixiándonos adentro de la impecable bolsita de nylon del sistema, bien atadita para que no entre aire.
   Somos los hijos de la basura:Prolijitos, superficiales, violentos, sanguinarios, seguimos consumiendo basura porque nos han enseñado bien, porque desde hace muchos años que comemos lo mismo.
  Basura y más basura atragantándonos cada día, cada hora, cada minuto: VIolencia, drogas, injusticia, miseria, pornografía, barras bravas, delincuencia. Basura y más basura.
   De la pila de mugre en la que estamos puestos, alguien, de vez en cuando, retira un pedacito y escribe titulares en todos los diarios, para que nadie olvide nuestra herencia de barro, el pequeño incidente de vernos inmundicia para que nos convenzamos de que todo está perdido.
   Pero, lo que no saben aquellos poderosos que hacen de la basura nuestro alimento diario es que, en la basura, florecen girasoles, y dan la vuelta siempre para mirar el cielo y buscar el calor del sol que los enciende, para parir semillas con un destino propio.
 Y serán girasoles a pesar de la mugre. ¡Y serán girasoles!

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