viernes, 5 de noviembre de 2010

El día de mañana.

   Dejo tendido el día de mañana como a un mantel sin comensales: Juego fresco de sábana sobre la mesa, mortaja del mediodía.
   Recuerdo que, alguna vez, alcé la copa y brindé por él.
   Después… después me enredé en la sombra de otra página; puse el poema entre líneas, encendí el candil del sobresalto y me bebí la copa en medio del entierro.

   Te saludo, tiempo que ha pasado, puerto al que nunca llegué, barco fantasma.   En tu nombre tantas veces abandoné mi nombre, que te debo una ausencia.



Fragmento de "Cuentos breves y extraordinarios" Bioy Casares y J.L.Borges


" El día del Juicio Final, Dios juzga a todos y a cada uno de los hombres.
   Cuando llega a Manuel Cruz, le dice:
- Hombre de poca fe. no creíste en mí. Por eso no entrarás al Paraíso.
- Oh Señor- contesta Cruz-, es verdad que mi fe no ha sido mucha. Nunca he creído en vos, pero siempre te he imaginado.
   Tras escucharlo, Dios responde:
- Bien, hijo mío, entrarás en el cielo; más no tendrás nunca la certeza de hallarte en él.

Silencio


 Amo el silencio, esa manera brusca que tiene el sonido de hacerse independiente, de cambiar el código.
    Durante un tiempo le creí los disfraces, la aristocracia con que cae sobre todas las cosas para concederles prestigio, el aire que parece quedarse detenido en la punta del mundo como un banderín de remate y esa mano fantasmal que detiene las maquinarias y amordaza a los pájaros, para quitarles el ala compartida.
   Pero el silencio es otro brazo del sonido, el abismo al pie de la montaña, la contraluz de la sombra, la pisada sosteniéndose en otro camino.
   Un día cualquiera supe que había un silencio cayendo desde un rincón taciturno.
   Adiviné el sigilo con que el ruido se apartaba de todo y cómo se quedaba allí, esperando, abandonando la escena para que el otro iniciara el parlamento.

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