miércoles, 29 de septiembre de 2010

Loca (Milonga)


Como una copa verde en tu ojera de pánico
te creció en la mirada el paisaje del bajo.
La milonga, encendiendo tu linaje de rea
y el cuerpo, amontonado en la enagua de raso.

El tango te hizo el verso, una noche cualquiera
y te fuiste, de loca, a amarlo por dos mangos.

En ningún rascacielo se enredó tu memoria,
porque tu cielo andaba tendido sobre un catre
hasta que un día el tango te preñó de autopista
y hoy te crecen los barrios, como hijos bastardos.

La memoria en la espalda y el ojal de la bruma,
creciendo en los postigos de las ventanas de otra.
La ranura del sueño inmensamente largo,
recostado en la esquina de tu hambre de milonga.

El tango te hizo el verso, una noche cualquiera
y te fuiste, de rea, a amarlo por dos mangos.

Loca, cansada como un pájaro mordido por los perros,
vas enterrando el alma para morir de a poco.
Y te cruzan los puentes del olvido, a lo largo,
para que no te embarren las calles de La Boca.

Loca. Virgen de meretrices.
Vecina de los  ángeles desnudos de los catres.
Fuiste una carcajada caliente entre las piernas,
una ojera morada sosteniendo tu cara,
alguna canzoneta ahogada entre los dientes
y la promesa paica, sin ninguna palabra.

Andate, gringa rea,
antes que la autopista
te derrumbe los patios.
Andá  a buscar ahora
la piel que se te escapa.
Trepate a la llovizna
 incesante del tiempo
y escupile a la vida,
que te dejó plantada.                     

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